jueves, 11 de junio de 2020

REFLEXIONES POST CUMPLEAÑOS

Hola amigos ! hace un montón de tiempo que no publico nada; y no es que no haya escrito nada, escribir forma parte de mi desde que soy pequeña; pero ultimamente no he encontrado el motivo ni el tiempo  para hacerlo. 
Siempre que cumplimos años, igual que en Año Nuevo, hacemos un pequeño balance o reflexión sobre nosotros, nuestra vida y nuestro entorno.
Yo hoy pensaba en el corazón. En el corazón desde un punto de vista espiritual y anatómico. Siempre he sido una gran apasionada de este órgano, esta máquina perfecta que cada ser portamos en nuestro interior. El funcionamiento mecánico del corazón es realmente asombroso; es una máquina de alta precisión que incluso sabe autorrepararse. Y qué me decís del funcionamiento eléctrico? La manera de conducir los impulsos  de hacer que todo sea perfecto. Lo encuentro asombroso.
Cuando observas un electrocardiograma y ves las ondas y segmentos que suben y bajan desde diferentes observadores te das cuenta que esa es la esencia del ser humano. Subir y bajar, contraer y recuperar, excitarse y calmarse, caer y levantar.....

Esta temporada de atrás ha sido especialmente dura para mi en el plano psicológico. Como os conté en post anteriores el calvario comenzó el 8 de junio del pasado año donde mi pie dijo basta.
Venia de una buena campaña de entrenamiento invernal y competiciones en atletismo que me indicaban que estaba en el buen camino, pero bien es cierto que desde un mes arrastraba molestias en el pie a las que no quise hacer caso. Con tantos años de competición el no tener molestias en general es un tópico. Además venia de un mal final de temporada 2018 también con otra lesión en la cadera y que me pudieron las ganas. Resultado = lesionada.
Nunca pensé que esto seria tan largo y tan doloroso y que me produjera tanto desgaste.
Empece la rehabilitación por enésima vez en Sierra -Nevada tras la cirugía, en Navidades, y como me dicen allí, llego coja y me voy casi corriendo. Pues así es. Tanto bien me hace la sierra, el aislamiento y la gente del CAR que decidí pasar también el mes de febrero, renunciando al trabajo, a la clínica de podología, al club de gimnasia, y a mis proyectos permanentes. Pero merecía la pena y la prioridad era recuperarme.
Hicimos un buen trabajo sobre la bici y agua y arrancamos a correr. Gracias Antonio forever (como fisio no tienes precio, como persona ya no encuentro que poner, en serio, amazing)
Pero vuelvo a Segovia a comenzar ya con preparación específica y a todos nos sorprende el maldito Coronavirus.
Ante el estado de alarma y la necesidad de sanitarios junto con la cancelación de todos los eventos y actividades en general pues me pongo a hacer lo máximo y mejor que se para ayudar a los enfermos, olvidando el pie, el entrenamiento, el cuidarme y todo lo demás.
Así fue. Solo quería descansar cuando llegaba a casa. Me irritaban las redes sociales con los retos y los entrenamientos indoor, me parecía absurdo e inútil hablar y publicar todo eso  con la masacre, la muerte y la enfermedad; las familias destrozadas para siempre, las despedidas que nunca pudieron ser, el miedo, la desolación... que todos los sanitarios y yo  vivimos día a día ... me olvide de todo. Estaba enfadada y triste. Llegaba a casa y solo quería llorar, por todas esas personas que no podíamos ayudar, por la soledad, por el agotamiento, por el caos.
 El alcance de esto solo lo sabemos los que lo hemos vivido, o los que llevan uno o varios muertos en su familia, sí, como lo leeis, varios.

Dije en un video que la naturaleza se había revelado, que era un aviso ante la degeneración y el egoismo humanos, que tenían que cambiar las cosas, que debíamos ser respetuosos con el medio natural, con la vida y con todo lo que cohabita en el planeta.

Esta ha sido una época de mirar hacia dentro, al interior de uno mismo, al CORAZON en su forma espiritual, a valorar lo que se tiene; a aceptar y conformarse con las situaciones de la vida, a sentirnos uno más, ni mas gordos ni mas flacos, ni mas ricos ni más pobres, ni ganadores ni perdedores.
Me cuesta hacer esta reflexión porque mi mentalidad es ambiciosa, genero muchas ideas al cabo de un día, a veces son disparatadas y otras sencillamente funcionan, pero soy insaciable.
Por eso acepto mal la lesión, la veo como derrota, como fracaso, como involución y eso me hace sentir fatal.
Afortunadamente, al igual que el impulso cardiaco, según caigo me levanto, incluso varias veces a lo largo de un día, y generalmente y con mucho trabajo suelo reequilibrarme. Este virus mundial y esta lesión me han enseñado muchas cosas.
Ahora, he  aprendido a correr sin reloj (eso no era para mi), a hacer algún km de menos (si podía hacia uno o dos de mas), a simplemente ser feliz por correr aunque vaya despacio o tenga que andar algún tramo, a ver correr a los perros a mi lado y a disfrutar como lo hacen ellos, sin esperar nada a cambio, sin buscar nada, sin pensar nada mas que en el momento presente. A agradecer y conectar con la naturaleza, de forma libre y natural.



Hace  unos 4 años comencé a practicar yoga, en principio me sentí atraida gracias a  algunos libros que leí, por esa necesidad enorme que tengo de calmarme, de parar mi mente, de relajarme. Después quise recibir clases un poco egoístamente para mejorar mi rendimiento deportivo, mejorar mi estado de concentración ante los entrenamientos y la competición y también para descansar mejor. Además había sido gimnasta y me parecía que podría reencontrarme con una flexibilidad parcialmente perdida.
Demasiadas expectativas para entender la filosofía del yoga.


Acudí al estudio de yoga Elena Rodriguez que me recomendó María, de la tienda ecológica Premdan (una joyita de Segovia), y me encontré con que era una mala alumna.
Mis dificultades para parar, escucharme, respirar sin agobiarme hicieron de las clases todo un reto. Seguí practicando y me autoimpuse una practica diaria en casa, para cabezota yo; a veces estaba tan agotada que lo hacia deprisa y corriendo sin pensar en nada y no conseguía calmarme.


Pero con el tiempo y con estos tiempos difíciles he descubierto algunas cosas positivas, algunas personas positivas y he aprendido a valorar y a perdonarme si mi cuerpo no puede llegar a donde va mi mente... bueno, algunas veces estalla la guerra para que os voy a mentir.
Tengo mucho camino que aprender y muchas cosas nuevas por explorar, y aunque en mi cabeza hay una bombilla enorme encendida con la palabra IRONWOMAN, tengo también otras pequeñas luces que poco a poco irán creciendo al paso del tiempo....
Quería compartir esta reflexión con vosotros y agradecer de esta forma a todos aquellos que os tomasteis tiempo para pensar en mí y en mi día. Millones de gracias por tantas felicitaciones y desde aquí mucho ánimo y mucha fuerza para todos pues vivir es sortear millones de obstáculos disfrutando cada uno de ellos.



Un abrazo amigos.

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